El Papa Gregorio XI le entregó una carta de investidura autorizándole para que predicase la fe a los idólatras de Alemania.
La famosa historia de cómo derribó con un hacha audazmente el 'Donar Oak', un gran árbol que era objeto de idolatría; al que le ofrecían sacrificios humanos, que los frisones paganos consideraban tan sagrado que cualquier hombre que dañara el árbol moriría, se ha convertido en un símbolo del dominio del cristianismo sobre la idolatría.
Fue uno de los misioneros más importantes y reformadores de la iglesia en el reino franco. Convirtió a muchos paganos.
A Bonifacio no se le permitió ver la conversión de los sajones durante su vida. Fue martirizado el 5 de junio de 754 mientras estaba en una misión en Holanda, después de haber bautizado a miles se preparaba para el día de Pentecostés para impartir la confirmación, cuando fue masacrado con 52 de sus feligreses por una tropa de paganos. Había ya cumplido 80 años.
Es representado junto a una encina que yace a sus pies, pues este era un árbol que adoraban los bárbaros; y la encina caída representa la victoria del apostolado de San Bonifacio sobre las creencias paganas.
No seamos perros mudos, centinelas silenciosos, mercenarios que huyen del lobo, sino pastores en acecho, velando sobre el rebaño de Cristo, proclamando la voluntad de Dios al pequeño y al grande, al rico y al pobre, a los hombres de todas las condiciones y de todas las edades, a tiempo y destiempo, en la medida en que Dios nos da fuerzas. (San Bonifacio de Maguncia. Carta a Cuthbert)
Ruega por nosotros San Bonifacio: pide a Dios que suscite en nuestro mundo moderno apóstoles poderosos en obras y en palabras, como tú lo fuiste. Ven de nuevo a salvar a Europa de la anarquía, destruyendo el reino de Satanás y devolviéndonos la fe.
Por lo tanto, la cristiandad ya no existe. Sobre sus ruinas, como una lamentable imitación del Sacro Imperio, el protestantismo ha levantado su falso imperio evangélico, formado de nada más que usurpaciones, y rastreando su reconocido origen hasta la apostasía de ese criminal caballero, Alberto de Brandeburgo.
Las complicidades que hicieron posible tal cosa han recibido su castigo. ¡Sea entonces la Justicia de Dios por fin satisfecha! Oh Bonifacio, clama con nosotros al Dios de los ejércitos, por Misericordia. Suscita en la Iglesia servidores de Cristo, poderosos en palabra y obra, como lo fuiste tú. Salva a Francia de la anarquía; y restaurar a Alemania una apreciación correcta de la verdadera grandeza, junto con la Fe de sus días antiguos.
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