Bergoglio contradice nuevamente la Escritura
La Palabra de Dios nos enseña en Efesios 4: 5-
La unidad del Espíritu
Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
A causa de los pecados del pueblo, por causa de la prevaricación, se detuvieron los sacrificios diarios y la verdad fue derrocada. En el mismo lugar en que se presentaba el sacrificio, erigió la Abominación, pisoteó la verdad. El cuerno hará su voluntad en contra de la Voluntad de Dios, él emprenderá cuanto se le antoje. Hizo [cuanto quiso] y tuvo éxito en todo lo que hizo:
Daniel 8:12 En lugar del sacrificio cotidiano puso la perversidad y tiró por tierra la verdad. Así logró actuar con éxito.
Bergoglio se ha salido con la suya con la complicidad de los grandes medios de comunicación anticatólicos que le han servido de parlantes para difundir su anti doctrina.
Catecismo Mayor San Pío X
6º.- De los que están fuera de la Iglesia
225.- ¿Quiénes son los que no pertenecen a la comunión de los Santos? – No pertenecen a la comunión de los santos en la otra vida los condenados, y en ésta, los que están fuera de la verdadera Iglesia.
226.- ¿Quiénes están fuera de la verdadera Iglesia? – Está fuera de la verdadera Iglesia los infieles, los judíos, los herejes, los apóstatas, los cismáticos y los excomulgados.
“El error no se manifiesta tal cual es, por temor de que, apareciendo desnudo, sea reconocido; sino que, adornándose artificiosamente de un vestido de verosimilitud, obra de modo que aparece a los ojos de los ignorantes más verdadero que la verdad misma”. San Ireneo
“Perverso maestro es el diablo, que mezcla lo falso con lo verdadero, para cubrir con apariencia de verdad el testimonio del engaño” San Beda
Bergoglio blasfema al utilizar al Espíritu Santo para respaldar su apostasía. Copiando astutamente la táctica del heresiarca, Walter Kasper quien se atrevió a falsificar la cita de los Padres de la Iglesia Bergoglio citó a San Ireneo pero para citarse a sí mismo: [En palabras de San Ireneo, a quien recientemente proclamé Doctor de la Unidad, la Iglesia es tõn adelphõn synodía, “una caravana de hermanos”], para luego dar sus propias conclusiones distorsionando el concepto católico de Unidad.
Porque va a llegar el tiempo en que la gente no soportará la sana enseñanza; más bien, según sus propios caprichos, se buscarán un montón de maestros que sólo les enseñen lo que ellos quieran oír. 2 Timoteo 4:3
La pagina sedevacante Novus ordo watch escribió un artículo para refutar estas ideas heréticas de Bergoglio:
El 3 de junio de 2022, el apóstata argentino Jorge Bergoglio (“Papa Francisco”) recibió en su presencia a una delegación de jóvenes sacerdotes y monjes miembros de la religión ortodoxa oriental. Su discurso para la ocasión fue relativamente breve, pero lo suficientemente largo como para llenarlo con la habitual cháchara ecuménica sobre el “viaje” común hacia esa “unidad” que sólo viene del “Espíritu”.
El falso papa comienza haciendo un comentario extraño. Les dice a los monjes no católicos reunidos ante él que espera que “podremos celebrar [la celebración eucarística] juntos el día de la venida del Señor”. Él no elabora; no aclara por qué menciona “el día de la venida del Señor” como el momento en el que desea que se unan en una misma doctrina, gobierno y culto.
Como su encuentro tiene lugar dos días antes de Pentecostés, dice Bergoglio: “Me gustaría ofreceros cuatro breves reflexiones inspiradas en esta gran fiesta. Se refieren a la unidad plena a la que aspiramos”.
... la “unidad” que tiene en mente no es la que exige la doctrina católica tradicional, que sólo puede lograrse mediante la conversión de los no católicos al catolicismo en la única Iglesia verdadera de Cristo, sino alguna otra vaga noción de unidad que nunca se define del todo y en la que ni siquiera todas las partes en la mesa ecuménica pueden ponerse de acuerdo.
En su instrucción de 1949 sobre el movimiento ecuménico, el Santo Oficio del Papa Pío XII recordó a los obispos que “la única unión verdadera [es] por el retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo” (Instrucción Ecclesia Catholica, n. II). Esa es una posición que durante mucho tiempo ha sido rechazada por los modernistas a cargo de las estructuras del Vaticano en la actualidad, pero sigue siendo la única posición católica verdadera, ya que la naturaleza de la verdadera Iglesia de Cristo no puede cambiar.
(...)
En realidad, la unidad es una de las marcas de la Iglesia fundada por Cristo; que es, después de todo, una, santa, católica y apostólica. Es una propiedad que “el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia” no puede perder (Papa Pío XII, Encíclica Mystici Corporis, n. 1). Esta unidad pertenece a su gobierno, su culto y su doctrina. No hay duda de que esta unidad es un don de Dios, pero es un don que Él otorgó a su Iglesia desde el principio, como una de sus propiedades esenciales.
Por eso el Papa Pío XII la llamó “unidad divina de la Iglesia, por la que todos los hombres de todas las razas se unen a Cristo en el vínculo de la fraternidad”, y expresó la esperanza de que los no católicos “con la guía y asistencia de la gracia divina anhelará compartir la misma unión y caridad” que la que poseen los católicos en la verdadera Iglesia, y que ellos cooperaran con esa gracia y se convirtieran (Mystici Corporis, n. 5).
Francisco afirma que la unidad se “alcanza en el camino” como consecuencia de “avanzar con la energía nueva que el Espíritu, desde el día de Pentecostés, imprime en los discípulos”. Esto no tiene sentido, por supuesto. La unidad que es una propiedad esencial y una marca de la verdadera Iglesia siempre es inherente a ella; y aquellos que no son parte de la Iglesia pueden alcanzar esta unidad religiosa dada por Dios convirtiéndose a ella, y sólo convirtiéndose a ella.
No tiene nada que ver con “compartir cada paso” de algún camino, con “enfrentar sus alegrías y luchas”, ni con “vivir sus sorpresas inesperadas”. Francisco o algún otro teólogo (herético) simplemente lo inventaron.
Es conmovedor ver a Bergoglio abrazar una figura retórica que se remonta a San Ireneo. Ahora sería bueno que pudiera abrazar también la religión de este gran santo, no sólo su vocabulario. Eso, por supuesto, Francisco nunca lo hará, porque entonces tendría que renunciar a todo su programa modernista.
(...)
En su magnífico tratado de la cuestión de la unidad religiosa aproximadamente diez años antes del Concilio Vaticano II, el Padre Edward Hanahoe (1913-1994) contrastó la única noción católica posible del ecumenismo con las concepciones heréticas del ecumenismo, de la siguiente manera:
El ecumenismo católico mira desde una posición de unidad en la posesión; El ecumenismo no católico busca la unidad aún no poseída. Por lo tanto, su enfoque de la cuestión es considerablemente diferente. El no católico busca teorías y medios para obtener la unidad, mientras que el católico aspira a compartir una unidad dada por Dios que ya existe.
(Fin de la Cita)
Bergoglio es un hereje pertinaz:
El hereje ha sido definido así en el código del Derecho Canónico: «Si alguien después de haber recibido el bautismo, aun conservando el nombre de cristiano, niega con obstinación o pone en duda algunas de las verdades de la fe divina que hay que creer, este católico es hereje».
La herejía formal incluye el elemento de la pertinacia, como en la definición de herejía del CIC 751 antes citada: es la negativa deliberada a creer lo que ha sido revelado por Dios y es propuesto como tal por la Iglesia.
Contumaz significa concretamente el que mantiene porfiadamente un error; por esto en términos religiosos equivale a impenitente, y se aplica principalmente al hereje o disidente doctrinal.
Al repetir una y otra vez sus propias herejías, Bergoglio demuestra su obstinación en desafiar maliciosamente la doctrina católica.
En Argentina Bergoglio ya era un hereje formal, un apóstata y un cismático.
«La adhesión pertinaz a una doctrina contradictoria referente a un asunto de fe claramente definido por la Iglesia es herejía.
Bergoglio engaña a los Ortodoxos para que se unan a él mientras permanecen separados de la Iglesia católica:
Lamentablemente, para perplejidad de los católicos, por no decir indignación, este encuentro (de Francisco con Kirill, Patriarca ortodoxo ruso) no significaría ningún avance en la conversión de los ortodoxos… sino todo lo contrario. Éstos fueron estimulados a anunciar el Evangelio sin necesidad de retornar a la Iglesia… fueron llamados de hermanos en la fe… ¡sin rechazar las herejías que profesan!
Papa León XIII No pueden contarse entre los hijos de Dios los que no reconocen por madre a la Iglesia
Si os visita alguno que no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa ni le deis la bienvenida; quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas acciones. (2 Jn 1, 10-11)
Dice San Jerónimo, que “no hay en el mundo bestia tan cruel como el mal sacerdote, porque no quiere dejarse corregir”
San Ireneo juzga la idea herética del falso papa Bergoglio de que se puede interpretar la verdad en contra del Magisterio infalible
No es preciso buscar en otros la verdad que tan fácil es recibir de la Iglesia, ya que los Apóstoles depositaron en ella, como en un rico almacén, todo lo referente a la verdad, a fin de que “cuantos lo quieran saquen de ella el agua de la vida” (Ap 22, 17). Esta es la entrada a la vida. “Todos los demás son ladrones y bandidos” (Jn 10,1; 8-9). Por eso es necesario evitarlos, y en cambio amar con todo afecto cuanto pertenece a la Iglesia y mantener la Tradición de la verdad. Entonces, si se halla alguna divergencia aun en alguna cosa mínima, ¿no sería conveniente volver los ojos a las Iglesias más antiguas, en las cuales los Apóstoles vivieron, a fin de tomar de ellas la doctrina para resolver la cuestión, lo que es más claro y seguro? Incluso si los Apóstoles no nos hubiesen dejado sus escritos, ¿no hubiera sido necesario seguir el orden de la Tradición que ellos legaron a aquellos a quienes confiaron las Iglesias? (San Ireneo de Lyon. Tratado contra los herejes, L. 3, cap. 4, n. 4, 1-4,2)
Los Apóstoles no buscaron la opinión del momento, sino manifestar la verdad
Los Apóstoles, enviados a buscar a los errantes, a devolver la vista a los ciegos y a llevar la salud a los enfermos, ciertamente no les hablaban según la opinión del momento, sino manifestando la verdad. Pues si, cuando unos ciegos estuvieran a punto de caer en el precipicio, un hombre cualquiera los indujera a continuar por tan peligroso camino como si fuese el correcto y los llevara hasta su término, ciertamente no obraría con rectitud. ¿Qué médico, si quiere curar al enfermo, le da la medicina que a éste le gusta y no la adecuada para devolverle la salud? Y que el Señor vino como médico de los enfermos, él mismo lo dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se arrepientan” (Lc 5, 31-32, Mt 9,12-13). ¿Cómo se aliviarán estos enfermos? ¿Y cómo se arrepentirán los pecadores? ¿Acaso manteniéndose en su estado? ¿No será más bien por un cambio a fondo y alejándose de su anterior modo de vivir en la transgresión, que provocó en ellos esa grave enfermedad y tantos pecados? (San Ireneo de Lyon. Contra los herejes, lib. 3, cap. 5, n. 2)
San Ireneo juzga la idea modernista de Bergoglio (Alias Francisco) de que la fe se construye y no se recibe
La Iglesia predica, enseña y transmite la fe con una misma voz
La Iglesia, extendida por el orbe del universo hasta los confines de la tierra, recibió de los Apóstoles y de sus discípulos la fe […]. Esta predicación y esta fe, y, extendida por toda la tierra, con cuidado la custodia como si habitara en una sola familia. Conserva una misma fe, como si tuviese una sola alma y un solo corazón (Ac 4, 32), y la predica, enseña y transmite con una misma voz, como si no tuviese sino una sola boca. Ciertamente son diversas las lenguas, según las diversas regiones, pero la fuerza de la Tradición es una y la misma. (San Ireneo de Lyon. Contra los herejes, I, 10, 1-2)
San Ireneo de Lyon juzga las ideas heréticas presentes en la Laudato Sí´
Quien no se une a la Iglesia no participa del Espíritu de Dios
En la Iglesia Dios puso […] todos los otros efectos del Espíritu. De éste no participan quienes no se unen a la Iglesia, sino que se privan a sí mismos de la vida por su mala doctrina y pésima conducta. Pues donde está la Iglesia ahí se encuentra el Espíritu de Dios, y donde está el Espíritu de Dios ahí está la Iglesia y toda la gracia, ya que el Espíritu es la verdad. Por tanto, quienes no participan de él, ni nutren su vida con la leche de su madre (la Iglesia), tampoco reciben la purísima fuente que procede del cuerpo de Cristo. ‘Cavan para sí mismos cisternas agrietadas’ (Jr 2,13), se llenan de pozos terrenos y beben agua corrompida por el lodo; porque huyen de la fe de la Iglesia para que no se les convenza de error, y rechazan el Espíritu para no ser instruidos. (San Ireneo de Lyon. Contra herejes, III, 24, 1)
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Santa Hildegarda de Bingen advirtió en su Libro obras divinas XXVII:
“Entonces la mayor parte de los hombres abandonarán la auténtica fe católica y se convertirán al hijo de la perdición.”
Todos ésos adorarán al Hombre de la Perdición y, abandonando la fe de Dios omnipotente, proclamarán que no hay ningún obstáculo en desobedecer sus preceptos.
Santa Hildegarda, Alemania 1179
“Atraerá a la gente dándole completa libertad de dejar de observar todos los mandamientos divinos y eclesiásticos, ´perdonándole´ sus pecados y exigiendo que sólo crean en su divinidad… Concederá libertad total de los mandamientos de Dios y de la Iglesia y permitirá que todos vivan según sus pasiones… Se esforzará por hacer que la religión sea conveniente. Dirá que no es necesario ayunar ni amargarse la vida con renunciación.”
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