miércoles, 20 de diciembre de 2023

El Vengativo activista homosexual de izquierda anticatólico Víctor "Tucho" Fernández en complicidad con Bergoglio se desquita de la Iglesia en su rebelión contra Dios

Tucho  anula el Sexto y Noveno Mandamiento en la pseudo-iglesia de Bergoglio.



El Caminante

Ayer, después de conocerse la noticia del último documento pontificio sobre la bendición a parejas homosexuales, hablé con varias personas más o menos vinculadas a los ambientes eclesiásticos y curiales. La reacción de todas ellas era la misma: incredulidad, azoramiento, estupefacción. La sensación es la de haber saltado desde un barranco, ese mismo barranco sobre el cual el Papa Francisco estuvo haciendo equilibrios durante todo su pontificado. El daño, gravísimo, es ya irreparable y la Iglesia se encuentra en caída libre. 


    Los oficiales de la Curia Romana no son precisamente tradicionalistas; sin embargo, también ellos deben estar espantados y furiosos. Es fácil deducirlo pues hace dos años, el mismo dicasterio de Doctrina de la Fe había publicado un documento que decía exactamente lo contrario al publicado ayer, y los teólogos que allí trabajan siguen siendo los mismos. ¿Se contradijeron? No lo creo. Esto fue un artefacto redactado por Tucho, aprobado por Bergoglio y publicado sin transitar el recorrido habitual, más allá de las desacostumbradas declamaciones de discusión con las que se abre el texto. No aclares porque oscurece, habría que decirle al cardenal Fernández.


    Otro que debe estar también enfurecido es el cardenal Parolin, que hace pocas semanas escribió a los obispos alemanes afirmando que la cuestión de la bendición a las prácticas homosexuales eran innegociable. Ha quedado en evidencia que fue una iniciativa personal, seguramente para posicionarse frente a los cardenales para el próximo cónclave, como ya dijimos en este blog. 


    La primera pregunta que aparece es por qué lo hicieron. ¿Por razones pastorales? No me parece a mí que las parejas integradas por personas del mismo sexo estén agolpadas a las puertas de las iglesias esperando ser bendecidas. Y aquellas que sí querían esa bendición, ya la obtuvieron hace mucho tiempo. La práctica, al menos en Argentina, es usual desde hace al menos veinticinco años. Los motivos son otros, y el principal, en mi opinión, es continuar delineando un pontificado ya no progresista sino rupturista. Bergoglio y Fernández —dos argentinos, la nación predilecta de la Virgen según algunos…— quieren terminar de edificar una nueva iglesia, completamente desgajada de la que fue fundada por Nuestro Señor y se mantuvo firme en su doctrina durante veinte siglos. Ambos quieren tener el privilegio de ser los autores de la consumación del Vaticano II. Y lo han logrado.


    Es probable que haya también motivos personales. Bergoglio y Fernández poseen personalidades laberínticas —psicopática el uno; feminoide el otro—, cargadas de un profundo resentimiento. Tucho, en particular, jamás superó el rencor y la humillación que recibió durante años por parte de Doctrina de la Fe cuando este dicasterio, junto con el de Educación Católica, le impidieron asumir como rector de la Universidad Católica Argentina, y el motivo era justamente la velada defensa que había hecho de las prácticas homosexuales en un artículo periodístico. Al respecto, fue muy reveladora esta entrevista realizada por uno de los peores medios periodísticos de Argentina. Ahora se está desquitando. Todo muy previsible en su armado psicológico. 








    Más allá del daño y del efecto que puede reportar este documento, la pregunta que muchos nos hacemos es cómo se sale de esta situación. La Iglesia, si quiere sobrevivir, no puede sostener y convalidar la declaración Fiducia supplicans. ¿Será posible volver atrás? Durante este pontificado, es ciertamente imposible. Ya conocemos quiénes son los dos que ostentan el poder supremo. 


Pero entiendo que existen al menos dos elementos que pueden ser útiles al próximo pontífice para tratar de reparar parte del daño infligido. En primer lugar, el rimero de errores teológicos, litúrgicos y pastorales que contiene el documento y que ya están siendo sacados a luz por varios teólogos serios, por ejemplo en este casoUn Papa tendrá todo el poder que se quiera, pero hay cosas que no puede hacer, por ejemplo, eliminar un mandamiento. Porque, de hecho, la declaración elimina del decálogo el sexto mandamiento [y lo hace justamente el 18 de diciembre, cuando se canta la antífona O Adonai, tan apropiada para estos momentos]. Ya no hay pecado que pueda comentarse contra él puesto que toda práctica sexual merece ser bendecida. Y recordemos que los obispos ya habían suspendido, al comienzo de la pandemia, el tercer mandamiento, relevando a los fieles de la obligación de asistir a misa los domingos y fiestas de guardar. Es decir, el pontificado francisquista ha transformado el decálogo en octólogo.


    En segundo lugar, creo que es imperioso que las voces contrarias a este documento que echa por tierra veinte siglos de Tradición, se expresen clara, rotunda y masivamente. Mons. Joseph Strickland ayer mismo hizo un llamado a todos los obispos a decirle NO a la bendición de parejas del mismo sexo. Creo que ha llegado la hora de que los cardenales, obispos y sacerdotes hablen, que digan claramente lo que piensan; no es posible que sigan callados como perros mudos. Dos tunantes se están cargando la Iglesia y no hay reacción ¿cómo es posible? Si la oposición es contundente ahora, le será mucho más fácil al próximo Papa retroceder y declarar nula a Fiducia supplicans… 


Lo sé; es pura fantasía. Poco después de conocida la declaración, un sacerdote conservador escribía lo siguiente en sus redes: "Bendecir no es absolver. También se pueden bendecir perritos y gatitos. Hasta tortugas. Y no por ello convalidar que tienen alma, o que, por ello, son hijos de Dios". Son justamente los emasculados conservadores, que prefieren, como el avestruz, esconder la cabeza bajo tierra, los peores.


    Una reflexión final: la situación desesperada que estamos viviendo ha sido posible por las características tumorales que adquirió el papado romano desde Pío IX, alentado por el ultramontanismo. Lo ocurrido es escalofriante: un botarate puesto al frente del discasterio más importante de la Iglesia por puro favoritismo, es capaz de cambiar la doctrina sostenida durante más de veinte siglos simplemente porque obtiene, vaya uno saber con qué medios, la firma del pontífice. En otras épocas, botarates similares obtenían, a lo sumo, una lujosa villaen algún rincón de los Estados Pontificios o el acceso a algún lupanar privilegiado. Hoy obtienen la abrogación de los mandamientos de la ley de Dios, y la Iglesia no tiene mecanismos aptos y eficaces para impedirlo. El Papa de Roma se erigió en monarca absoluto, decapitó a los órganos de control y de contrapeso del poder y, con los años, el Frankenstein ideado por el ultramontanismo cobró vida. Nosotros lo estamos padeciendo. 







Así se deshizo de los buenos Obispos en Argentina el archi apóstata Jorge Mario Bergoglio Sívori.

En Argentina el anticatólico y vengativo izquierdista Jorge Mario Bergoglio Sívori calumniaba a los buenos obispos acusándolos de presunta homosexualidad. 
Periodista Francisco José de la Cigoña 23 de Diciembre 2011 Sobre la personalidad de Bergoglio y sus mañas: Bajo los archimanifiestos signos de humildad que ostenta, Bergoglio esconde no pocos deseos de poder real...Su especialidad es la acusación a obispos por presunta homosexualidad, o afinidad con la homosexualidad, o por protección de homosexuales en sus seminarios o en el clero. Otra de sus herramientas es la acusación de problemas psíquicos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario